Mira el cielo y le pinta entre las nubes,
le dice que ella lo ve verde e intenta convencerlo
de que hoy hace un día precioso para los soñadores.
Que si mezcla el amarillo del amanecer y el azul del cielo,
obtiene el color de la esperanza.
Él la cree y la mira
con una sonrisa enorme en la
cara,
como pensando en lo absurdo
de que haya días verdes.
Dice lo
mucho que intenta
no quererla más de la cuenta,
y en el fondo sabe
que
hasta un daltónico pintaría el cielo
con el color que ella quisiese.
Aunque ni siquiera ese color existiese en este mundo,
aunque viviésemos
en blanco y negro.
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