Debes de tener el corazón demasiado diminuto para querer con
él.
Porque tú no quieres,
tú no tienes la esperanza ni de que te quieran.
No te
interesa, te da igual.
Abres la ventana y tus ojos se pierden en el infinito,
van un poco más allá de donde yo no alcanzo a comprenderte,
y tus pupilas se
tragan los agujeros negros del universo que contienen todas las respuestas.
Entonces
te creas.
Te creas como de la nada siéndolo todo.
Te creas como de la nada
sintiéndolo todo.
Te creas.
Y está bien que lo hagas,
porque yo ya no,
yo ya no
te creo
ni te creo.
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