Abraza la vida




¿Te voy a decir algo, vale?

Creo que deberíamos saber más acerca de cómo vivir mejor y menos de cómo vivir más. Creo sinceramente que no deberíamos preocuparnos tanto por las cosas. Aquellas cosas que se nos escapan o no tenemos control sobre ellas. 
Creo, en el fondo, que todo irá bien. Si es que no puede ser de otra manera. Porque tú me enseñaste que lo importante de vivir son las personas, que al fin y al cabo, los sueños se viven a través de ellas. 
 Así que me guardo los momentos, pequeños y grandes, que los hechos no cuentan por si solos, son las sensaciones las que los vuelven trascendentes. Créeme si te digo que puedes con todo aquello que desees, solo hace falta una pizca de locura e ilusión, y que no hay más límites que los miedos que nosotros nos creamos y agigantamos pensando en pequeño. Así que pon el corazón en todo lo que hagas, ponlo de verdad y da lo mejor que tengas dentro de ti y te aseguro, que el resto vendrá por sí solo. 

Desde hace un tiempo, he aprendido a disfrutar de las cosas más simples y sencillas; y por eso te recuerdo a ti que vivas hoy, y que lo vivas feliz porque no sabes que será mañana, y antes de que los días se conviertan en años tengo que darte las gracias, gracias por todos los momentos compartidos, por esa capacidad tuya de dar, de no esperar nada a cambio y sobre todo de no tener miedo a recibir, por entenderme aún no comprendiéndome, y aparecer siempre con esas enormes ganas de hacerme vivir, una sonrisa que canta con los ojos y  alegra hasta la primavera. Por ser la única persona capaz de hablar conmigo en silencio y enseñarme a dar los mejores abrazos. Porque tu valentía me recuerda siempre que no se puede abandonar en lo que uno cree, que nuestras ideas y convicciones están para agarrarnos a ellas más fuerte que nunca. 

Así que abracemos la vida, aprendamos de los errores y no dejemos escapar las cosas buenas, porque las verdaderamente buenas, las que merecen la pena de verdad, son las que pasan desapercibidas todos los días… Hay que ser un buen detective para buscarlas, encontrarlas y ser partícipe de todas ellas. 
Por eso te lo digo a ti, a ti que me has enseñado tanto con tan poco, sigue coleccionando momentos y conociendo personas, porque vas a dejar lo mejor de ti en cada una de ellas.

Allá donde te encuentres, 
que sepas, 
que eres la parte que un día dejaste en mí. 
Y por eso, 
te doy las gracias



Ya llueve




Lleva un rato intentando llover, 
ya me conozco ese nudo en la garganta 
que tienen las nubes. 
Me sentaré aquí a ver como sucede 
y me juraré una vez más 
no despedirme de mí 
sin no hacerlo antes de ti. 
Que siempre se me olvidan los modales fuera de casa. 

Y querré cerciorarme a que sabe el abandono de unos labios 
y un cigarro consumido hasta las letras. 
Cómo un sábado puede pasear un paisaje tan triste 
desde que no desayunamos planes en la cama
o cómo transitan tus vagos recuerdos 
por las últimas horas de un día muy largo. 
Quién me dice si en la balanza de lo lícito 
echarme de menos a mí
equivale lo mismo
que echarte de menos a ti. 
Cómo le explicamos a nuestro niño interior 
que van a robarle caramelos a la puerta del colegio. 
Que le mentirán y habrán hecho un acto de bondad. 
Cómo el favor que me hiciste 
es devuelto sin pasar de puntillas 
por tus recuerdos. 

Tengo tantas preguntas 
esperando en fila india,
y aquí la única que hace el indio
pensando en todo ésto soy yo.
Porque para todas ellas 
existe la doble respuesta, 
que no es otra cosa que 

la 
tuya 

la
mía. 

Y es entonces cuando me convenzo 
de que solo van a pillar 
con sus acertijos enrevesados, 
y lo hacen, 
y me pillan de nuevo pensando en ti. 
Pero no voy a esconderme, 
solo porque sé que ya no vienes a buscarme. 
He preferido quedarme de pie.
Inmóvil,
como el ciprés enorme que vive en frente de mi ventana. 
Ni siquiera sé si es un ciprés, 
pero me gusta pensar que sí. 
Y me pregunto con qué clase de fuerza sobrenatural 
aguanta estoicamente los últimos latigazos 
de éste invierno que nunca termina. 

Impasible. 

A veces parece que me mira desde ahí fuera 
recordándome lo invencible 
que se siente al paso del tiempo. 
Porque verdaderamente lo es. 
Llevará incluso desde antes de que nosotros 
perdiéramos su noción, 
que es justo cuando se perdió todo. 

Todo

y que ahora ese todo 
no es nada más que nada. 

Nada





  
Ya llueve, 
y las gotas se estrellan contra el cristal, 
pero al fin y al cabo 
son lágrimas que no dicen nada, 

 ¿verdad? 

Y que nunca lo harán.



Tu risa



Hay quien dice que quien tiene un por qué para vivir, 
puede soportar cualquier como
Tú eras mi por qué

Y es que nadie era tan buen pintor y arquitecto de sonrisas como tú. Construías infinitos puentes de arcoíris entre la lluvia de mis pestañas y el sol de tus pupilas, y esa en realidad, era la única forma que teníamos de comernos los cientos de kilómetros que nos separaban y que yo de alguna forma creí que se encogían. 
Tu risa era la cura más buscada contra el cáncer de los días en los que se producía un auténtico apagón. Era el analgésico y el sedante del mal humor. Un maldito ibuprofeno que servía para calmar cualquier mal, menos el de amores… que esos, eran de otros. 
Y yo te juro que había momentos en los que creí que algún día nos íbamos a reír tanto que se nos reventarían todas las costillas y la verdad, no esperaba ni que me doliera. Porque reír es lo que más me gusta del mundo ¿sabes? que llámame ilusa pero creo que es mucho más importante que respirar. Al fin y al cabo respirar es acto reflejo, pero para reír, siempre hace falta un poco de magia. 
Ahora la verdad, tu risa se ha quedado rezagada en algún pensamiento de esos que se pasean por mi cuarto y yo intento tirar de él, como con cuerda, para ver si puedo acercarle y escucharla de nuevo. Pero nada, solo se oye un eco a lo lejos, bastante difuminado, como el paso de todo este tiempo. 
Ni te imaginas lo duro que se me hace haberla tenido a milímetros del cuello, que era donde le gustaba acomodarse a ella, y ya no conseguir  acordarme ni en qué acorde sonaba. La cuerda vocal de tu guitarra rompió y me quedé a media canción… Me pregunto si será a alguna a la que saque a bailar ahora, y con qué música, si te sigues riendo de las mismas cosas y con qué frecuencia. Si se te dibuja de la misma manera y tus ojos estallan de brillo como polvo de estrellas. 

Sea como sea, 
tu risa sigue siendo terapéutica cuando consigo atraparla, 
y cuando eso pasa, 
hace efecto dominó.