Soledades




Te sorprendes si digo que te he encontrado por casualidad, 
sin andar buscando nada, que me encantaría quedarme 
y acompañarte un rato más pero que sintiéndolo mucho 
llevo un montón de prisas y soledades a la espalda. 
Así que nos despedimos, me doy la vuelta y escucho 
como me gritas te quiero desde el otro lado del miedo, 
y lo haces a voces, pero sin palabras… Y te creo, 
te creo tanto que quiero girarme y decirte que yo también, 
pero sé que no podría mirarte a los ojos, 
porque me aterra leer verdad en tus pupilas 
y que las mías solo digan mentiras

Que te den





De una vez por todas las que no fuimos
hablemos de lo nuestro.
Ésta bombona de oxígeno juro que muere 
por que la respire otro.
No hay aire,
y tú no me quedas para respirarte.

Serás más débil cuando sepas mis intenciones.
Quiero que volemos el mundo,
esta vez contigo dentro.
Yo he decidido salvarme, 
y tus restos de mierda
que graviten fuera de la atmósfera.

De pequeña solo odiaba la indiferencia.
Ahora te quiero y sigo odiándola,
y odiándome por ello
y odiándote por eso.

A la mierda mis poemas.
Como vuelvas al pasado a rescatarme
voy a acabar contigo como el otoño 
acaba con las hojas de los árboles.
Desnuda.
En tu cama,
esperando infielmente a que venga 
el invierno a jodernos de frío.

No hay manera de resolver tus acertijos
pero tú puedes probar con el mío.

"Que te den más de lo mismo y no te quiten nada.
Que te den más de lo mismo.
Que te den más.
Que te den."


Dos niños del 90 y tantos



Fuimos pequeños moldeando el mundo,
y el mundo diminuto en tus ojos.
Queriéndonos descalzos,
salvajes, 
tropezados,
constantes.
Pura vida floreciendo en los almendros,
estallando primaveras al final de los veranos.

Te temblaban las piernas en las despedidas
y mi corazón, 
aún intacto,
convulsionó al primer beso.
Beso de mejillas incendiadas
y la noche estrellada en tus pupilas.

Despertamos de un largo letargo
acumulado en otras vidas.
Fuimos dos niños en un tiroteo:
Tonto el que ame primero.

Fuimos dos niños del noventa y tantos
encendiendo una mecha muy corta
en dirección contraria a no olvidarnos.

Perro

Colaborando con la revista Zoozobra Magazine,
Poema: Aquí 


Sacúdete como un perro mojado
y salpícame de hipocresía,
ya me tienes justo donde no me querías.
Donde nunca lo hiciste
y dónde ya nunca lo harás.
Porque no te dejaré.
Tranquilo.

Estoy obsesionada con colgarme de un árbol
y que ese árbol en vez de hojas, dé raíces.
Y que en lugar de dar vida,
la terminen.

Si te corto por lo insano será como si un vicio 
solo existiese para las ocasiones especiales.
Las más ordinarias, vaya.
Las que nacen de noche y mueren de madrugada, 
en una cama para dos donde solo uno 
siente el tacto frío del ártico entero.

Me harás secreto y no me dirás a nadie,
para que me cumpla.
Pero yo me sabré, 
porque me conozco 
como si me hubieses querido 
y luego no.

Y eso dice mucho de mí.
Tanto, que si me prestas la atención 
que no me merezco,
puedes escuchar 
cómo te mando a la mierda.

A las ciudades sin mar



 

Quisiera encontrarte por casualidad
en el bar más turbio de la ciudad
con algún botellín de cerveza que encerrase
tus intenciones y las mías mezcladas
en el cajón de la ropa sucia.

Acercarme y soplarte  la nuca
advirtiendo mi presencia 
de té verde y chicle de fresa.
Sentarme a tu lado 
y congelar las radiaciones
de unos cuerpos en estado de atracción.
Atropellar tu mirada
y salvarla a un segundo de la muerte.

Salir corriendo 
a la playa que me debes,
descalzarnos 
y que la arena bese nuestros pies.
Deslizarte hasta el cielo 
de mis caderas y gemirle al mar.
Bajar por tu ombligo,
hundirme en tu boca
subir con la marea 
y surfear las olas de un orgasmo.
Follarnos la piel.

Lo quiero a sabiendas que no,
a sabiendas que solo se desean las cosas que no tienes.
Como ésta sal en los ojos
que miran a una ciudad sin mar.

A medias




- La mala noticia es que si me quedo contigo me querré ir.
- Cuál es la buena entonces?
- Que si me voy siempre querré volver.
- Eso no es querer.
- Te quiero así, a medias. A medias para no tenerte del todo 
y tampoco perderte para siempre. Y quiero que tú me quieras así.
Necesito la libertad de irme. libertad de volver, libertad de quererte,
libertad de odiarte, de abofetearte y después besarte.

Tigre con piel de lobo


Tengo los ojos tan grandes para observarte mejor,
el pelo tan largo para enredarte mejor,
los labios tan rojos,
para comerte
morderte 
y marcarte mejor.

Soy un tigre con piel de lobo.
Soy peor de lo que piensas
y el resto se imagina.
Sonrío con dientes de leche
y ataco con colmillos de marfil.

Eres mi presa favorita
y yo sólo tu asesina.

Colecciono escalofríos en tu espalda,
tus valientes tiemblan de miedo.
No hay nada que hacer,
estás muerto antes de echar a correr.

Olvidaste los reflejos en el espejo
y ahora que te veo indefenso
te miro con pena,
culpable de lo que he hecho.

Te sangra la herida.
Lo siento,
va a haber que amputarte el corazón.

Así no se puede querer.

Ni siquiera soy un lobo, Caperucita.
Sólo soy la piel.

Piel de serpiente

Colaborando con la revista Zoozobra Magazine,
Poema: Aquí





















Estoy a tres pasos de tu puerta 
y si te veo echo a correr. 
Te quiero de lejos 
y me bebo los poemas
que escribo en barras de bar. 
Me cuelo por las rendijas de mi soledad 
y duermo en otras camas. 
Fumo todo lo que se deja consumir 
y me trago el humo del que no espera nada a cambio.  
Pero todo cambia.

                           Tú 
                               Yo,
                                    La piel de serpiente que mudamos
cuando (nos) atacamos 
y también cuando (nos) amamos. 
Espero estar delante de ti una vez más 
y no darte miedo o ganas de llorar un mar
que me mires a los ojos, 
las palabras se pierdan 
y los besos se encuentren 
como si les hubiéramos pagado la fianza 
de una pena de muerte. 
 Qué ciegos estamos, 
no vemos ni cuando nos juzgamos 
y qué cobardes somos, 
no vamos ni cuando nos llamamos.
No es rojo, es ámbar.
El miedo solo existe 
porque existe la intuición
Y nuestra eternidad
duró todo lo que dura un amor
que no se puede entender.

Y qué de pena está toda ésta alegría,
no suena a portazo de bienvenida.
Y qué absurdos cuando no estamos,
solo somos cuando (nos) amamos.