Del revés

Colaborando con la revista Zoozobra Magazine,
Poema: aquí



Ya me he visto del revés
y a ti organizando pedazos.
Ya me he visto desplomada
y a ti exhausto de mí.

Debe de parecerte extraño
pero éste olvido se me escurre
de los dedos,
se hace charco en el asfalto
y me inunda hasta los huesos.
Éste olvido te conoce
Y te llama de madrugada,
escucha tu voz al tercer tono
y cuelga sin decir nada.
Éste olvido huye de noche,
dobla los barrotes de su celda
Y se escapa adentrándose en la selva.
Éste olvido no olvida.
Éste olvido sabe de amores
que envuelven
y no vuelven.
De amores que se cruzan, 
huelen su pelo
y te atrapan sin anzuelo.
Sabe de amores imprecisos
de casualidades vacías
de poemas perdidos
y besos prohibidos.
Es rebelde
indomable
inconformista
desobediente.

Este olvido que no olvida
me sangra, nos quita la vida.


El guiño de la complicidad






De pronto estás tú que apareces de la nada. 
Y no dices nada, pero tu eco le llega en forma de onda expansiva a mi corazón 
que quiere hacerte proposiciones indecentes.  
Como que levantes el vuelo de faldas que llevo y antes de aterrizar
en colchones ajenos, disfrutes del paisaje.
Pero esto no lo digo yo, lo dice la señorita azafata de vuelo que nos guiña un ojo 
del color de la complicidad. 

Apareces tú y dibujas planos que edifican ciudades con parques para los enamorados 
que se besan en la hierba.  
Apareces tú y entiendo que el amor tiene el aspecto de siempre 
pero con el sabor de nunca.
Apareces tú y no hace falta que aparezca nadie más porque 
solo tengo dos entradas para el estreno de nuestro primer film a color.
Apareces tú y clavas tu bandera conquistando cada uno de los sueños 
que habían sido bombardeados en primera línea de fuego. 

Apareces tú y aparezco yo.
Y brindamos con las copas de los árboles respirando días nuevos en los que
las heridas se cosen desde dentro para que no dejen cicatriz.

De pronto llegas
y no sabes bailar, pero eres música.
De pronto llegas
y no sabes quedarte, pero te quedas.

Mucho de lo que buscaba



 

Tienes mucho de lo que buscaba,
pero recuerdo que nos derrumbamos en
azulejos fríos y descalzos de llevarnos la contraria.
Hubo días de entendernos
y días de no entendernos nada
de pájaros volando más alto que el sol
y promesas de cucurucho derretidas en las aceras.

Hubo una ciudad de siempre
llena de la gente de nunca
y descubrí que tus pestañas eran las más largas de éste mundo,
que junto con tu sonrisa torcida,
hacían la combinación perfecta
para haberme dejado amar toda esta vida y la que nos faltó.

Por un momento creí que pisábamos el mismo cielo
y que volarlo solo se trataba
de un juego simple como cerrar los ojos
y dejarse caer después.
Una cita a ciegas con tus brazos
y tus brazos abrazando a un mundo escurridizo.

Te he confundido más de lo que he podido
apagar las luces para esconderme bajo la manta
y se nota que tú solo intentas ser feliz,
aunque el viento te sople y te lleve de vez en cuando
al sitio dónde me decías medio mentiras
para que te medio quisiera
Y yo me medio odiara.

Sé que soy solo un tropiezo en tus planes
cuando deshilacho por completo 
el hilo de tu vida.
 Pero si estas letras no sabes cómo leerlas,
entonces déjame que te diga, 

que 
nunca 
supiste 
cómo te amé.

El sexo de las mariposas




Atrapa los colores del ala de una mariposa
y úntame de magia.
Vuela en ala delta hasta mi cama y aterriza
como las cosas que solo ocurren una vez en la vida.
Planeando que no se planea.
y nunca, nunca, 
dejes de crecer.
Tampoco de creer.

Cree en los charcos secos de la lluvia de mis pestañas.
En la lengua que sacas al niño del autobús que fuiste un día.
En los domingos o los lunes siendo menos malos.
En el sabor ácidoamargo del té de fresa
y un té quiero por sorpresa.

Qué se yo
hay que creer.


Cree en mi dedo índice ordenando silencio a tus labios.
Cree en mí.
Cree en mí, diciéndote que te debo las noches que
hice hueco en otras camas sin encontrar la postura
adecuada para odiarte mejor.
Cree en lo bueno de la vida y en lo malo de morir
sin haberle metido mano al corazón.
Cree en el último botón de la camisa que rompes
con las manos, 
con la boca,
con las ganas de hacérmelo
rápido y bien.
y más y más y más rápido y bien.
Siempre bien.
Cree que finjo el orgasmo de que me gusta
cómo me la metes doblada y yo me la creo.


Creételo, tragátelo
tampoco sabe tan mal.