Estamos vivas

Estamos vivas.
Porque somos vida,
porque damos vida.

Alzamos la voz.
Porque somos ruido,
porque de un bostezo nace el grito
y de nuestras heridas, un rugido.  

Abarcamos justicia,
porque los mismos brazos
que acunan a un hijo, 
también luchan por el mismo.

Somos el origen y la sangre.
La fortaleza de un mundo
que empuña valentía para
que este avance.

Nuestra piel es de acero
y aún así ardemos con las cenizas
de aquellas que fueron pisoteadas,
maltratadas, amordazadas y ofendidas.
Pero tenedlo claro: 
vuestra destrucción es nuestra única fortaleza.

Reclamamos lo que nunca debió ser arrebatado,
menospreciado e invadido.
Reclamamos habitar libertad en nuestros cuerpos
y pisar con orgullo las huellas de la historia.

El dolor de nuestros ojos,
es la masacre que nos propiciáis a oscuras.
El valor de los mismos,
será la victoria cuando comprendáis 
que miramos sin miedo al futuro.

Somos las hijas de la luz.
La inmensidad, la belleza y la eternidad.
Suaves como los rayos del sol si acarician.
Fuertes como las llamas de un incendio si se revuelve.

Estamos vivas,
más vivas que nunca.
Porque somos vida,
porque regalamos, concedemos y otorgamos vida.

La nuestra, la merecemos.
La vuestra, os la damos.


Desde España a Grecia


Desde España a Grecia,
con amor.
Con todo el amor y el dolor
de un corazón roto.




Ahora que el invierno viene a calmar tu sed,
acurrúcate aquí.
Cerca de mi recuerdo,
lejos del mundo.
Acomódate entre las cartas
que nunca escribí desde España,
ni envié a Grecia con amor.

Déjame susurrarte que echar de menos
es aguantar la respiración
y esperar no ahogarse.

Déjame pedir perdón.
Perdón por no haberte abrazado
fuerte para no romperte,
Perdón por no decirte que mi vida estaba a salvo
tan solo porque tú ocupabas un lugar en ella.
Perdón por no haberte cobijado
cuando el bosque era una trampa
y unos lobos hambrientos perseguían tu rastro.
Perdón por el sudor de mis manos,
por soltar las tuyas.
Por el acantilado,
el abismo y la caída.

Por querer quererte
sin querer, queriendo.
Perdón.

Déjame también darte las gracias,
es la única manera de detener el llanto.
Gracias por aniquilar el vértigo
y colocar tus sueños a la altura de los míos.
Gracias por vibrar con mi felicidad
y sentir mi fracaso.
Arrancar espinas, vencer gigantes
y luchar contra futuros.
Gracias por buscar el puzle
después de la explosión.
Por arriesgar y mostrar que merecía
todo lo que siempre me ofreciste
con las manos desbordadas.

Por quererme
sin querer, queriéndome.
Gracias.

Déjame, por último, desearte lo mejor.
Porque lo peor ya ha pasado.
Ojalá el mundo se acuerde de nosotros.
Ojalá el amor encuentre un atajo.
Ojalá el atajo, sea acierto y no lágrima.
Ojalá sepamos guardar tiempo y lugar
para existirnos por siempre.
Ojalá puedas perdonar, agradecer
y desear tanto como yo.
Queriendo hacerlo.
Queriendo quererme.

Queriéndome sin querer,
queriendo.